En las prácticas de los seres humanos hay dos medios diferenciados: un fin determinado y un fin en sí mismo.
Con esta idea se abre el sétimo capítulo de este libro sobre la educación del futuro. A continuación se aclara que el fin es la educación y el medio es la tecnología. La última es constantemente superada en cada instante, haciendo imposible una mantención y un trabajo dedicado con un solo tipo de avance, y todo ello por los fuertes intereses puestos en cada producto nuevo.
Pero a pesar de esto, las universidades han sabido aprovechar este avance. Se han abierto varias redes de educación, entre la universidad y la casa, generando un gran cambio en términos y niveles educativos. En nuestro medio, las universidades poseen estos lugares especializados de conexión, pero por no contar con apoyo económico y/o político, hacen que pierdan su utilidad en detrimento de los alumnos, y lo que es peor, se reduce su campo de acción.
En las siguientes líneas se habla de la producción de software educativos, haciendo que varios técnicos e ingenieros los desarrollaran, pero con una deficiencia en teoría o bien en práctica, haciendo que decayera el nivel productivo. Por ejemplo, en mi entorno educativo, esto es una realidad galopante. No hay un control adecuado en cuanto a la calidad de materiales educativos.
El saber manejar una computadora se convierte así en un recurso avanzado. Y si uno es educador, este tema preocupa aún más. Mientras tanto, las empresas digitalizadas aumentan su personal en vez de disminuirlo. Llama la atención porque esto debería ser a la inversa. El texto nombra a esto como el tecnocentrismo, en la que los avances tecnológicos, los que desarrollan y usan se vuelven burocráticos. Realidad preocupante de este siglo.
A todo esto se suma el consumismo, el cual nos hace perdernos en el océano de los avances tecnológicos. A la par que avanza la tecnología y se quedan obsoletas algunas computadoras, los software tiene este mismo fin, haciendo que se desaproveche su utilidad.
Pero un efecto positivo de esto es el abaratamiento de costos de programas, haciendo que se compren libremente, pero a riesgo de tener un software bueno o malo. Otro pero a esto es el uso y desuso que se hará. Esto no puede ser tratado como un juguete, por ser un medio de educación, es decir, formación de mentes.
La tecnología tiene su pro y su contra; la educación no es ajena a ello. Siempre existen riesgos que vale la pena analizar críticamente.
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