martes, 3 de agosto de 2010

Resumen del primer capítulo del libro La pedagogía del oprimido

El ser humano se preocupa en cada nuevo momento de su educación, creándose un conflicto que logrando resolver, se pone nuevamente en cuestión, haciendo que este avance dialécticamente.
Tanto los términos de humanización y deshumanización son usados tácitamente, haciendo que se identifique a los “deshumanizadores” como los vencedores y dominadores, es decir, los que oprimen; mientras, los humanos son quienes desean liberarse de esta dominación y opresión.
Entonces esta tarea de los oprimidos tiene que no solo liberarlos, sino liberar a los opresores, y quien mejor que los oprimidos para elaborar un sistema de oprimidos y no de opresores.
Este sistema consiste en reconocerse como oprimido, no pelear instantáneamente por su liberación, sino creando consciencia a los demás hombres y evitar convertirse en opresores, porque es sabido que el poder corrompe.
El modo en que se deberían manejar los oprimidos queda anulado por hacer uso constante de otro modo, ajeno al de ellos: el del opresor. Este se irá gastando y se conseguirá la libertad, una libertad que se consigue con lucha y sacrificio, pero esta exige una búsqueda permanente. Por ello, esta búsqueda debe ser realizada por personas responsables, que tomarán conciencia y razón de una manera crítica, iniciando un proceso de transformación.
Las personas sin libertad se sienten incompletas, vacías, sin realización, por ello, buscan ser más. Dilema que se enfrenta en todo momento el oprimido. Su pedagogía debe resolverlo. Y no una idealista solamente, sino una que sea consecuente de la realidad concreta; esto no se da por simple causalidad, como ya se dijo, se da por la transformación del hombre en su entrono, no al revés, por medio de la praxis.
La realidad que estamos viviendo es absorbente, es decir, atrapa a las mentes conscientes en un mundo donde la inconsciencia campea. Se señala que la racionalización, al no negar el hecho, deforma la realidad y quita el objetivismo, haciendo que la dialéctica no funcione.
Pero si a las masas se les enseña su camino y dirección entonces estas se insertan en el mundo crítico, como lo señala György Lukács. Por ello, al opresor le interesa mantener a estas masas en la ignorancia, mostrando una falsa generosidad que es, indirectamente, violenta. Lo que es peor es que esta deshumanización se hereda de generación en generación. Y aún así se autodenominan humanos.
Por ello, los oprimidos son resultados de la violencia, y ellos reconocen a los que son violentos. Y si intentasen liberarse de ellos, se les denominan “violentos”, “irracionales”, “salvajes”, “nativos”, etc.
Si se aplica lo dicho por Lukács, entonces se llegaría a aplicar la pedagogía del oprimido y al triunfar, se convertiría en pedagogía de los hombres.

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