En el marco de la actual política educativa peruana, sumergida desde hace mucho tiempo en una crisis científica y moral, se da una ley en la que los profesionales puedan ejercer la docencia sin colegiarse, o en el peor de los casos, sin pedagogía.
Claro que ha habido diversas reacciones, especialmente de aquellos quienes de verdad ejercen la docencia y llegando todos ellos a la misma conclusión: esta ley es lesiva para el desarrollo de la educación.
Por su parte, el ex decano de la Facultad de Educación de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, dio su opinión en aquel momento, publicándolo en los diversos medios de comunicación escrita con el título ¿En manos de quien estamos?
Este comunicado se refiere a la educación como principal medio del desarrollo de la sociedad, en la que el profesor es el encargado de crear conciencia y formar a seres humanos. Para ello se sirve de varios ejemplos, como el de Albert Einstein o de Ortega y Gasset.
Si bien un profesional sabe la materia, cuenta bastante, pero saber transmitirla de forma entendible y llena de valores para el aprovechamiento del ser humano, es un reto mucho mayor. Esta última característica expone la virtud principal del maestro.
Otro punto citado es el alicaído nivel del currículo escolar de nivel tanto primario o secundario, criticando la falta de especialistas en determinados temas en cursos como Ciencia Tecnología y Ambiente, que demanda un biólogo, químico y un físico y que las escuelas no las tienen.
Para crear una ley tan lesiva como esta y pretender destruir otra, como la ley 25231, ley que crea el Colegio de Profesores del Perú y que es paso obligatorio de todo docente para así poder ejercer su profesión, no es nada raro en un país en crisis. Cabe recordar que esta ley fue creada en el primer gobierno de Alan García.
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